A veces he comentado entre amig@s y conocidos lo que supone venir a un campo de trabajo. Los comentarios del tipo "¿y no cobras nada?, ¿y en eso vas a emplear las vacaciones? o ¡Tú estás loca!" suelen ser frases habituales que se oyen justo cuando acabo de hablar. Al escuchar esto siempre pienso que pobres de ellos que no valoran lo que enriquece esta experiencia. El intercambio y enriquecimiento personal resultante suponen un paso más en nuestro desarrollo como personas integrantes de una sociedad en constante evolución y a tod@s los jóvenes que participamos año tras año en este tipo de encuentros se nos va formando como ciudadanos abiertos a ese cambio, transmitiendo de esta manera un mensaje de diversa naturaleza según sea el campo de trabajo: cuidado del medio ambiente, conservación del patrimonio, protección de especies animales o, como sería en nuestro caso, integración de discapacitados. Es este tema de especial delicadeza para mi. Como maestra, he tenido ocasión de trabajar con niñ@s con necesidades educativas especiales pero nunca de una manera tan directa y bien dirigida como ésta, donde la motivación y entrega del grupo de discapacitados, la implicación de un amplio número de familias y la educación desde el cariño por parte del grupo de voluntarios y monitores se hace presente día a día y nos van permitiendo una formación integral, conociendo sus necesidades, hábitos, gustos, y sobre todo, su PERSONALIDAD.
RENOVEMOS CADA DÍA LA ILUSIÓN POR EDUCAR Y NO PERDAMOS NUNCA LA SONRISA
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